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Capítulo 20
Amistad de David y Jonatán
1 Samuel
20:1
Después David huyó de Naiot en Ramá, y
vino delante de Jonatán, y dijo: ¿Qué he hecho yo? ¿Cuál es mi maldad,
o cuál mi pecado contra tu padre, para que busque mi vida?
2 El le dijo: En ninguna manera; no
morirás. He aquí que mi padre ninguna cosa hará, grande ni pequeña,
que no me la descubra; ¿por qué, pues, me ha de encubrir mi padre este
asunto? No será así.
3 Y David volvió a jurar diciendo: Tu
padre sabe claramente que yo he hallado gracia delante de tus ojos, y
dirá: No sepa esto Jonatán, para que no se entristezca; y ciertamente,
vive Jehová y vive tu alma, que apenas hay un paso entre mí y la
muerte.
4 Y Jonatán dijo a David: Lo que deseare
tu alma, haré por ti.
5 Y David respondió a Jonatán: He aquí que
mañana será nueva luna, y yo acostumbro sentarme con el rey a comer;
mas tú dejarás que me esconda en el campo hasta la tarde del tercer
día.
6 Si tu padre hiciere mención de mí, dirás:
Me rogó mucho que lo dejase ir corriendo a Belén su ciudad, porque
todos los de su familia celebran allá el sacrificio anual.
7 Si él dijere: Bien está, entonces tendrá
paz tu siervo; mas si se enojare, sabe que la maldad está determinada
de parte de él.
8 Harás, pues, misericordia con tu siervo,
ya que has hecho entrar a tu siervo en pacto de Jehová contigo; y si
hay maldad en mí, mátame tú, pues no hay necesidad de llevarme hasta
tu padre.
9 Y Jonatán le dijo: Nunca tal te suceda;
antes bien, si yo supiere que mi padre ha determinado maldad contra ti,
¿no te lo avisaría yo?
10 Dijo entonces David a Jonatán: ¿Quién
me dará aviso si tu padre te respondiere ásperamente?
11 Y Jonatán dijo a David: Ven, salgamos
al campo. Y salieron ambos al campo.
12 Entonces dijo Jonatán a David: !!Jehová
Dios de Israel, sea testigo! Cuando le haya preguntado a mi padre
mañana a esta hora, o el día tercero, si resultare bien para con
David, entonces enviaré a ti para hacértelo saber.
13 Pero si mi padre intentare hacerte mal,
Jehová haga así a Jonatán, y aun le añada, si no te lo hiciere saber y
te enviare para que te vayas en paz. Y esté Jehová contigo, como
estuvo con mi padre.
14 Y si yo viviere, harás conmigo
misericordia de Jehová, para que no muera,
15 y no apartarás tu misericordia de mi
casa para siempre. Cuando Jehová haya cortado uno por uno los enemigos
de David de la tierra, no dejes que el nombre de Jonatán sea quitado
de la casa de David.
16 Así hizo Jonatán pacto con la casa de
David, diciendo: Requiéralo Jehová de la mano de los enemigos de
David.
17 Y Jonatán hizo jurar a David otra vez,
porque le amaba, pues le amaba como a sí mismo.
18 Luego le dijo Jonatán: Mañana es nueva
luna, y tú serás echado de menos, porque tu asiento estará vacío.
19 Estarás, pues, tres días, y luego
descenderás y vendrás al lugar donde estabas escondido el día que
ocurrió esto mismo, y esperarás junto a la piedra de Ezel.
20 Y yo tiraré tres saetas hacia aquel
lado, como ejercitándome al blanco.
21 Luego enviaré al criado, diciéndole: Ve,
busca las saetas. Y si dijere al criado: He allí las saetas más acá de
ti, tómalas; tú vendrás, porque paz tienes, y nada malo hay, vive
Jehová.
22 Mas si yo dijere al muchacho así: He
allí las saetas más allá de ti; vete, porque Jehová te ha enviado.
23 En cuanto al asunto de que tú y yo
hemos hablado, esté Jehová entre nosotros dos para siempre.
24 David, pues, se escondió en el campo, y
cuando llegó la nueva luna, se sentó el rey a comer pan.
25 Y el rey se sentó en su silla, como
solía, en el asiento junto a la pared, y Jonatán se levantó, y se
sentó Abner al lado de Saúl, y el lugar de David quedó vacío.
26 Mas aquel día Saúl no dijo nada, porque
se decía: Le habrá acontecido algo, y no está limpio; de seguro no
está purificado.
27 Al siguiente día, el segundo día de la
nueva luna, aconteció también que el asiento de David quedó vacío. Y
Saúl dijo a Jonatán su hijo: ¿Por qué no ha venido a comer el hijo de
Isaí hoy ni ayer?
28 Y Jonatán respondió a Saúl: David me
pidió encarecidamente que le dejase ir a Belén,
29 diciendo: Te ruego que me dejes ir,
porque nuestra familia celebra sacrificio en la ciudad, y mi hermano
me lo ha mandado; por lo tanto, si he hallado gracia en tus ojos,
permíteme ir ahora para visitar a mis hermanos. Por esto, pues, no ha
venido a la mesa del rey.
30 Entonces se encendió la ira de Saúl
contra Jonatán, y le dijo: Hijo de la perversa y rebelde, ¿acaso no sé
yo que tú has elegido al hijo de Isaí para confusión tuya, y para
confusión de la verg:uenza de tu madre?
31 Porque todo el tiempo que el hijo de
Isaí viviere sobre la tierra, ni tú estarás firme, ni tu reino. Envía
pues, ahora, y tráemelo, porque ha de morir.
32 Y Jonatán respondió a su padre Saúl y
le dijo: ¿Por qué morirá? ¿Qué ha hecho?
33 Entonces Saúl le arrojó una lanza para
herirlo; de donde entendió Jonatán que su padre estaba resuelto a
matar a David.
34 Y se levantó Jonatán de la mesa con
exaltada ira, y no comió pan el segundo día de la nueva luna; porque
tenía dolor a causa de David, porque su padre le había afrentado.
35 Al otro día, de mañana, salió Jonatán
al campo, al tiempo señalado con David, y un muchacho pequeño con él.
36 Y dijo al muchacho: Corre y busca las
saetas que yo tirare. Y cuando el muchacho iba corriendo, él tiraba la
saeta de modo que pasara más allá de él.
37 Y llegando el muchacho adonde estaba la
saeta que Jonatán había tirado, Jonatán dio voces tras el muchacho,
diciendo: ¿No está la saeta más allá de ti?
38 Y volvió a gritar Jonatán tras el
muchacho: Corre, date prisa, no te pares. Y el muchacho de Jonatán
recogió las saetas, y vino a su señor.
39 Pero ninguna cosa entendió el muchacho;
solamente Jonatán y David entendían de lo que se trataba.
40 Luego dio Jonatán sus armas a su
muchacho, y le dijo: Vete y llévalas a la ciudad.
41 Y luego que el muchacho se hubo ido, se
levantó David del lado del sur, y se inclinó tres veces postrándose
hasta la tierra; y besándose el uno al otro, lloraron el uno con el
otro; y David lloró más.
42 Y Jonatán dijo a David: Vete en paz,
porque ambos hemos jurado por el nombre de Jehová, diciendo: Jehová
esté entre tú y yo, entre tu descendencia y mi descendencia, para
siempre. Y él se levantó y se fue; y Jonatán entró en la ciudad.
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¿Qué es lo que Jonathan
queria que David prometiera? (14-16)
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¿Cómo amaba Jonathan a David? (17)
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¿Cuál fue la
señal que Jonathan le daría a David si debía huir de Saúl? (18-22)
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Capítulo 21
David
huye de Saúl
1 Samuel
21:1 Vino David a Nob, al sacerdote
Ahimelec; y se sorprendió Ahimelec de su encuentro, y le dijo: ¿Cómo
vienes tú solo, y nadie contigo?
2 Y respondió David al sacerdote Ahimelec:
El rey me encomendó un asunto, y me dijo: Nadie sepa cosa alguna del
asunto a que te envío, y lo que te he encomendado; y yo les señalé a
los criados un cierto lugar.
3 Ahora, pues, ¿qué tienes a mano? Dame
cinco panes, o lo que tengas.
4 El sacerdote respondió a David y dijo:
No tengo pan común a la mano, solamente tengo pan sagrado; pero lo
daré si los criados se han guardado a lo menos de mujeres.
5 Y David respondió al sacerdote, y le
dijo: En verdad las mujeres han estado lejos de nosotros ayer y
anteayer; cuando yo salí, ya los vasos de los jóvenes eran santos,
aunque el viaje es profano; ¿cuánto más no serán santos hoy sus vasos?
6 Así el sacerdote le dio el pan sagrado,
porque allí no había otro pan sino los panes de la proposición, los
cuales habían sido quitados de la presencia de Jehová, para poner
panes calientes el día que aquéllos fueron quitados.
7 Y estaba allí aquel día detenido delante
de Jehová uno de los siervos de Saúl, cuyo nombre era Doeg, edomita,
el principal de los pastores de Saúl.
8 Y David dijo a Ahimelec: ¿No tienes aquí
a mano lanza o espada? Porque no tomé en mi mano mi espada ni mis
armas, por cuanto la orden del rey era apremiante.
9 Y el sacerdote respondió: La espada de
Goliat el filisteo, al que tú venciste en el valle de Ela, está aquí
envuelta en un velo detrás del efod; si quieres tomarla, tómala;
porque aquí no hay otra sino esa. Y dijo David: Ninguna como ella;
dámela.
10 Y levantándose David aquel día, huyó de
la presencia de Saúl, y se fue a Aquis rey de Gat.
11 Y los siervos de Aquis le dijeron:
¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿no es éste de quien
cantaban en las danzas, diciendo:
Hirió
Saúl a sus miles,
Y
David a sus diez miles? m
12 Y David puso en su corazón estas
palabras, y tuvo gran temor de Aquis rey de Gat.
13 Y cambió su manera de comportarse
delante de ellos, y se fingió loco entre ellos, y escribía en las
portadas de las puertas, y dejaba correr la saliva por su barba.
14 Y dijo Aquis a sus siervos: He aquí,
veis que este hombre es demente; ¿por qué lo habéis traído a mí?
15 ¿Acaso me faltan locos, para que hayáis
traído a éste que hiciese de loco delante de mí? ¿Había de entrar éste
en mi casa? |
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¿Qué tipo de pan dio el sacerdote de
Nob a David? (6)
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¿Quién estaba allí con Abimelec el
sacerdote aquel día? (7)
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¿Qué más dio Abimelec a David? (8-9)
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¿Por qué David pretende ser un loco en
presencia del rey de Gat? (10-15)
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Capítulo
22
1 Samuel
22:1 Yéndose
luego David de allí, huyó a la cueva de Adulam; y cuando sus hermanos
y toda la casa de su padre lo supieron, vinieron allí a él.
2 Y se juntaron con él todos los afligidos,
y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en
amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como
cuatrocientos hombres.
3 Y se fue David de allí a Mizpa de Moab,
y dijo al rey de Moab: Yo te ruego que mi padre y mi madre estén con
vosotros, hasta que sepa lo que Dios hará de mí.
4 Los trajo, pues, a la presencia del rey
de Moab, y habitaron con él todo el tiempo que David estuvo en el
lugar fuerte.
5 Pero el profeta Gad dijo a David: No te
estés en este lugar fuerte; anda y vete a tierra de Judá. Y David se
fue, y vino al bosque de Haret.
Saúl
mata a los sacerdotes de Nob
6 Oyó Saúl
que se sabía de David y de los que estaban con él. Y Saúl estaba
sentado en Gabaa, debajo de un tamarisco sobre un alto; y tenía su
lanza en su mano, y todos sus siervos estaban alrededor de él.
7 Y dijo Saúl a sus siervos que estaban
alrededor de él: Oíd ahora, hijos de Benjamín: ¿Os dará también a
todos vosotros el hijo de Isaí tierras y viñas, y os hará a todos
vosotros jefes de millares y jefes de centenas,
8 para que todos vosotros hayáis
conspirado contra mí, y no haya quien me descubra al oído cómo mi hijo
ha hecho alianza con el hijo de Isaí, ni alguno de vosotros que se
duela de mí y me descubra cómo mi hijo ha levantado a mi siervo contra
mí para que me aceche, tal como lo hace hoy?
9 Entonces Doeg edomita, que era el
principal de los siervos de Saúl, respondió y dijo: Yo vi al hijo de
Isaí que vino a Nob, a Ahimelec hijo de Ahitob,
10 el cual consultó por él a Jehová y le
dio provisiones, y también le dio la espada de Goliat el filisteo.
11 Y el rey envió por el sacerdote
Ahimelec hijo de Ahitob, y por toda la casa de su padre, los
sacerdotes que estaban en Nob; y todos vinieron al rey.
12 Y Saúl le dijo: Oye ahora, hijo de
Ahitob. Y él dijo: Heme aquí, señor mío.
13 Y le dijo Saúl: ¿Por qué habéis
conspirado contra mí, tú y el hijo de Isaí, cuando le diste pan y
espada, y consultaste por él a Dios, para que se levantase contra mí y
me acechase, como lo hace hoy día?
14 Entonces Ahimelec respondió al rey, y
dijo: ¿Y quién entre todos tus siervos es tan fiel como David, yerno
también del rey, que sirve a tus órdenes y es ilustre en tu casa?
15 ¿He comenzado yo desde hoy a consultar
por él a Dios? Lejos sea de mí; no culpe el rey de cosa alguna a su
siervo, ni a toda la casa de mi padre; porque tu siervo ninguna cosa
sabe de este asunto, grande ni pequeña.
16 Y el rey dijo: Sin duda morirás,
Ahimelec, tú y toda la casa de tu padre.
17 Entonces dijo el rey a la gente de su
guardia que estaba alrededor de él: Volveos y matad a los sacerdotes
de Jehová; porque también la mano de ellos está con David, pues
sabiendo ellos que huía, no me lo descubrieron. Pero los siervos del
rey no quisieron extender sus manos para matar a los sacerdotes de
Jehová.
18 Entonces dijo el rey a Doeg: Vuelve tú,
y arremete contra los sacerdotes. Y se volvió Doeg el edomita y
acometió a los sacerdotes, y mató en aquel día a ochenta y cinco
varones que vestían efod de lino.
19 Y a Nob, ciudad de los sacerdotes,
hirió a filo de espada; así a hombres como a mujeres, niños hasta los
de pecho, bueyes, asnos y ovejas, todo lo hirió a filo de espada.
20 Pero uno de los hijos de Ahimelec hijo
de Ahitob, que se llamaba Abiatar, escapó, y huyó tras David.
21 Y Abiatar dio aviso a David de cómo
Saúl había dado muerte a los sacerdotes de Jehová.
22 Y dijo David a Abiatar: Yo sabía que
estando allí aquel día Doeg el edomita, él lo había de hacer saber a
Saúl. Yo he ocasionado la muerte a todas las personas de la casa de tu
padre.
23 Quédate conmigo, no temas; quien
buscare mi vida, buscará también la tuya; pues conmigo estarás a
salvo. |
-
¿Quiénes se convirtieron en seguidores
de David en la cueva de Adulam? (2)
-
¿A quién mando Saúl a Doeg a matar?
(18)
-
¿Quién se escapó y huyó a David? (20)
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Capítulo 23
David
en el desierto
1 Samuel
23:1 Dieron aviso a David, diciendo:
He aquí que los filisteos combaten a Keila, y roban las eras.
2 Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Iré
a atacar a estos filisteos? Y Jehová respondió a David: Ve, ataca a
los filisteos, y libra a Keila.
3 Pero los que estaban con David le
dijeron: He aquí que nosotros aquí en Judá estamos con miedo; ¿cuánto
más si fuéremos a Keila contra el ejército de los filisteos?
4 Entonces David volvió a consultar a
Jehová. Y Jehová le respondió y dijo: Levántate, desciende a Keila,
pues yo entregaré en tus manos a los filisteos.
5 Fue, pues, David con sus hombres a Keila,
y peleó contra los filisteos, se llevó sus ganados, y les causó una
gran derrota; y libró David a los de Keila.
6 Y aconteció que cuando Abiatar hijo de
Ahimelec huyó siguiendo a David a Keila, descendió con el efod en su
mano.
7 Y fue dado aviso a Saúl que David había
venido a Keila. Entonces dijo Saúl: Dios lo ha entregado en mi mano,
pues se ha encerrado entrando en ciudad con puertas y cerraduras.
8 Y convocó Saúl a todo el pueblo a la
batalla para descender a Keila, y poner sitio a David y a sus hombres.
9 Mas entendiendo David que Saúl ideaba el
mal contra él, dijo a Abiatar sacerdote: Trae el efod.
10 Y dijo David: Jehová Dios de Israel, tu
siervo tiene entendido que Saúl trata de venir contra Keila, a
destruir la ciudad por causa mía.
11 ¿Me entregarán los vecinos de Keila en
sus manos? ¿Descenderá Saúl, como ha oído tu siervo? Jehová Dios de
Israel, te ruego que lo declares a tu siervo. Y Jehová dijo: Sí,
descenderá.
12 Dijo luego David: ¿Me entregarán los
vecinos de Keila a mí y a mis hombres en manos de Saúl? Y Jehová
respondió: Os entregarán.
13 David entonces se levantó con sus
hombres, que eran como seiscientos, y salieron de Keila, y anduvieron
de un lugar a otro. Y vino a Saúl la nueva de que David se había
escapado de Keila, y desistió de salir.
14 Y David se quedó en el desierto en
lugares fuertes, y habitaba en un monte en el desierto de Zif; y lo
buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos.
15 Viendo, pues, David que Saúl había
salido en busca de su vida, se estuvo en Hores, en el desierto de Zif.
16 Entonces se levantó Jonatán hijo de
Saúl y vino a David a Hores, y fortaleció su mano en Dios.
17 Y le dijo: No temas, pues no te hallará
la mano de Saúl mi padre, y tú reinarás sobre Israel, y yo seré
segundo después de ti; y aun Saúl mi padre así lo sabe.
18 Y ambos hicieron pacto delante de
Jehová; y David se quedó en Hores, y Jonatán se volvió a su casa.
19 Después subieron los de Zif para
decirle a Saúl en Gabaa: ¿No está David escondido en nuestra tierra en
las peñas de Hores, en el collado de Haquila, que está al sur del
desierto?
20 Por tanto, rey, desciende pronto ahora,
conforme a tu deseo, y nosotros lo entregaremos en la mano del rey.
21 Y Saúl dijo: Benditos seáis vosotros de
Jehová, que habéis tenido compasión de mí.
22 Id, pues, ahora, aseguraos más, conoced
y ved el lugar de su escondite, y quién lo haya visto allí; porque se
me ha dicho que él es astuto en gran manera.
23 Observad, pues, e informaos de todos
los escondrijos donde se oculta, y volved a mí con información segura,
y yo iré con vosotros; y si él estuviere en la tierra, yo le buscaré
entre todos los millares de Judá.
24 Y ellos se levantaron, y se fueron a
Zif delante de Saúl.
Pero David y su gente estaban en el
desierto de Maón, en el Arabá al sur del desierto.
25 Y se fue Saúl con su gente a buscarlo;
pero fue dado aviso a David, y descendió a la peña, y se quedó en el
desierto de Maón. Cuando Saúl oyó esto, siguió a David al desierto de
Maón.
26 Y Saúl iba por un lado del monte, y
David con sus hombres por el otro lado del monte, y se daba prisa
David para escapar de Saúl; mas Saúl y sus hombres habían encerrado a
David y a su gente para capturarlos.
27 Entonces vino un mensajero a Saúl,
diciendo: Ven luego, porque los filisteos han hecho una irrupción en
el país.
28 Volvió, por tanto, Saúl de perseguir a
David, y partió contra los filisteos. Por esta causa pusieron a aquel
lugar por nombre Sela-hama-lecot.
29 Entonces David subió de allí y habitó
en los lugares fuertes de En-gadi. |
-
¿Qué hicieron David y sus hombres para
el pueblo de Keila? (5)
-
¿Quién está dispuesto a entregar a
David a Saúl? (12, 19-20)
-
¿Con qué frecuencia Saúl trato de matar
a David? (14)
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Capítulo 24
David perdona la
vida a Saúl en En-gadi
1 Samuel
24:1 Cuando Saúl volvió de perseguir
a los filisteos, le dieron aviso, diciendo: He aquí David está en el
desierto de En-gadi.
2 Y tomando Saúl tres mil hombres
escogidos de todo Israel, fue en busca de David y de sus hombres, por
las cumbres de los peñascos de las cabras monteses.
3 Y cuando llegó a un redil de ovejas en
el camino, donde había una cueva, entró Saúl en ella para cubrir sus
pies; y David y sus hombres estaban sentados en los rincones de la
cueva.
4 Entonces los hombres de David le dijeron:
He aquí el día de que te dijo Jehová: He aquí que entrego a tu enemigo
en tu mano, y harás con él como te pareciere. Y se levantó David, y
calladamente cortó la orilla del manto de Saúl.
5 Después de esto se turbó el corazón de
David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl.
6 Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde
de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo
extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová.
7 Así reprimió David a sus hombres con
palabras, y no les permitió que se levantasen contra Saúl. Y Saúl,
saliendo de la cueva, siguió su camino.
8 También David se levantó después, y
saliendo de la cueva dio voces detrás de Saúl, diciendo: !!Mi señor el
rey! Y cuando Saúl miró hacia atrás, David inclinó su rostro a tierra,
e hizo reverencia.
9 Y dijo David a Saúl: ¿Por qué oyes las
palabras de los que dicen: Mira que David procura tu mal?
10 He aquí han visto hoy tus ojos cómo
Jehová te ha puesto hoy en mis manos en la cueva; y me dijeron que te
matase, pero te perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi
señor, porque es el ungido de Jehová.
11 Y mira, padre mío, mira la orilla de tu
manto en mi mano; porque yo corté la orilla de tu manto, y no te maté.
Conoce, pues, y ve que no hay mal ni traición en mi mano, ni he pecado
contra ti; sin embargo, tú andas a caza de mi vida para quitármela.
12 Juzgue Jehová entre tú y yo, y véngueme
de ti Jehová; pero mi mano no será contra ti.
13 Como dice el proverbio de los antiguos:
De los impíos saldrá la impiedad; así que mi mano no será contra ti.
14 ¿Tras quién ha salido el rey de Israel?
¿A quién persigues? ¿A un perro muerto? ¿A una pulga?
15 Jehová, pues, será juez, y él juzgará
entre tú y yo. El vea y sustente mi causa, y me defienda de tu mano.
16 Y aconteció que cuando David acabó de
decir estas palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿No es esta la voz tuya, hijo
mío David? Y alzó Saúl su voz y lloró,
17 y dijo a David: Más justo eres tú que
yo, que me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal.
18 Tú has mostrado hoy que has hecho
conmigo bien; pues no me has dado muerte, habiéndome entregado Jehová
en tu mano.
19 Porque ¿quién hallará a su enemigo, y
lo dejará ir sano y salvo? Jehová te pague con bien por lo que en este
día has hecho conmigo.
20 Y ahora, como yo entiendo que tú has de
reinar, y que el reino de Israel ha de ser en tu mano firme y estable,
21 júrame, pues, ahora por Jehová, que no
destruirás mi descendencia después de mí, ni borrarás mi nombre de la
casa de mi padre.
22 Entonces David juró a Saúl. Y se fue
Saúl a su casa, y David y sus hombres subieron al lugar fuerte. |
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¿Qué hizo David a Saúl en la cueva?
(3-4)
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¿Por qué no mato David a Saúl? (6)
-
¿Qué reconocio Saúl? (16-20)
-
¿Qué prometio David a Saúl? (21-22)
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Capítulo 25
David
y Abigail
1 Samuel
25:1 Murió Samuel, y se juntó todo
Israel, y lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en Ramá.
Y se levantó David y se fue al desierto
de Parán.
2 Y en Maón había un hombre que tenía su
hacienda en Carmel, el cual era muy rico, y tenía tres mil ovejas y
mil cabras. Y aconteció que estaba esquilando sus ovejas en Carmel.
3 Y aquel varón se llamaba Nabal, y su
mujer, Abigail. Era aquella mujer de buen entendimiento y de hermosa
apariencia, pero el hombre era duro y de malas obras; y era del linaje
de Caleb.
4 Y oyó David en el desierto que Nabal
esquilaba sus ovejas.
5 Entonces envió David diez jóvenes y les
dijo: Subid a Carmel e id a Nabal, y saludadle en mi nombre,
6 y decidle así: Sea paz a ti, y paz a tu
familia, y paz a todo cuanto tienes.
7 He sabido que tienes esquiladores. Ahora,
tus pastores han estado con nosotros; no les tratamos mal, ni les
faltó nada en todo el tiempo que han estado en Carmel.
8 Pregunta a tus criados, y ellos te lo
dirán. Hallen, por tanto, estos jóvenes gracia en tus ojos, porque
hemos venido en buen día; te ruego que des lo que tuvieres a mano a
tus siervos, y a tu hijo David.
9 Cuando llegaron los jóvenes enviados por
David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David, y
callaron.
10 Y Nabal respondió a los jóvenes
enviados por David, y dijo: ¿Quién es David, y quién es el hijo de
Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores.
11 ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua,
y la carne que he preparado para mis esquiladores, y darla a hombres
que no sé de dónde son?
12 Y los jóvenes que había enviado David
se volvieron por su camino, y vinieron y dijeron a David todas estas
palabras.
13 Entonces David dijo a sus hombres:
Cíñase cada uno su espada. Y se ciñó cada uno su espada y también
David se ciñó su espada; y subieron tras David como cuatrocientos
hombres, y dejaron doscientos con el bagaje.
14 Pero uno de los criados dio aviso a
Abigail mujer de Nabal, diciendo: He aquí David envió mensajeros del
desierto que saludasen a nuestro amo, y él los ha zaherido.
15 Y aquellos hombres han sido muy buenos
con nosotros, y nunca nos trataron mal, ni nos faltó nada en todo el
tiempo que anduvimos con ellos, cuando estábamos en el campo.
16 Muro fueron para nosotros de día y de
noche, todos los días que hemos estado con ellos apacentando las
ovejas.
17 Ahora, pues, reflexiona y ve lo que has
de hacer, porque el mal está ya resuelto contra nuestro amo y contra
toda su casa; pues él es un hombre tan perverso, que no hay quien
pueda hablarle.
18 Entonces Abigail tomó luego doscientos
panes, dos cueros de vino, cinco ovejas guisadas, cinco medidas de
grano tostado, cien racimos de uvas pasas, y doscientos panes de higos
secos, y lo cargó todo en asnos.
19 Y dijo a sus criados: Id delante de mí,
y yo os seguiré luego; y nada declaró a su marido Nabal.
20 Y montando un asno, descendió por una
parte secreta del monte; y he aquí David y sus hombres venían frente a
ella, y ella les salió al encuentro.
21 Y David había dicho: Ciertamente en
vano he guardado todo lo que éste tiene en el desierto, sin que nada
le haya faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha vuelto mal por bien.
22 Así haga Dios a los enemigos de David y
aun les añada, que de aquí a mañana, de todo lo que fuere suyo no he
de dejar con vida ni un varón.
23 Y cuando Abigail vio a David, se bajó
prontamente del asno, y postrándose sobre su rostro delante de David,
se inclinó a tierra;
24 y se echó a sus pies, y dijo: Señor mío,
sobre mí sea el pecado; mas te ruego que permitas que tu sierva hable
a tus oídos, y escucha las palabras de tu sierva.
25 No haga caso ahora mi señor de ese
hombre perverso, de Nabal; porque conforme a su nombre, así es. El se
llama Nabal, y la insensatez está con él; mas yo tu sierva no vi a los
jóvenes que tú enviaste.
26 Ahora pues, señor mío, vive Jehová, y
vive tu alma, que Jehová te ha impedido el venir a derramar sangre y
vengarte por tu propia mano. Sean, pues, como Nabal tus enemigos, y
todos los que procuran mal contra mi señor.
27 Y ahora este presente que tu sierva ha
traído a mi señor, sea dado a los hombres que siguen a mi señor.
28 Y yo te ruego que perdones a tu sierva
esta ofensa; pues Jehová de cierto hará casa estable a mi señor, por
cuanto mi señor pelea las batallas de Jehová, y mal no se ha hallado
en ti en tus días.
29 Aunque alguien se haya levantado para
perseguirte y atentar contra tu vida, con todo, la vida de mi señor
será ligada en el haz de los que viven delante de Jehová tu Dios, y él
arrojará la vida de tus enemigos como de en medio de la palma de una
honda.
30 Y acontecerá que cuando Jehová haga con
mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti, y te establezca
por príncipe sobre Israel,
31 entonces, señor mío, no tendrás motivo
de pena ni remordimientos por haber derramado sangre sin causa, o por
haberte vengado por ti mismo. Guárdese, pues, mi señor, y cuando
Jehová haga bien a mi señor, acuérdate de tu sierva.
32 Y dijo David a Abigail: Bendito sea
Jehová Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontrases.
33 Y bendito sea tu razonamiento, y
bendita tú, que me has estorbado hoy de ir a derramar sangre, y a
vengarme por mi propia mano.
34 Porque vive Jehová Dios de Israel que
me ha defendido de hacerte mal, que si no te hubieras dado prisa en
venir a mi encuentro, de aquí a mañana no le hubiera quedado con vida
a Nabal ni un varón.
35 Y recibió David de su mano lo que le
había traído, y le dijo: Sube en paz a tu casa, y mira que he oído tu
voz, y te he tenido respeto.
36 Y Abigail volvió a Nabal, y he aquí que
él tenía banquete en su casa como banquete de rey; y el corazón de
Nabal estaba alegre, y estaba completamente ebrio, por lo cual ella no
le declaró cosa alguna hasta el día siguiente.
37 Pero por la mañana, cuando ya a Nabal
se le habían pasado los efectos del vino, le refirió su mujer estas
cosas; y desmayó su corazón en él, y se quedó como una piedra.
38 Y diez días después, Jehová hirió a
Nabal, y murió.
39 Luego que David oyó que Nabal había
muerto, dijo: Bendito sea Jehová, que juzgó la causa de mi afrenta
recibida de mano de Nabal, y ha preservado del mal a su siervo; y
Jehová ha vuelto la maldad de Nabal sobre su propia cabeza. Después
envió David a hablar con Abigail, para tomarla por su mujer.
40 Y los siervos de David vinieron a
Abigail en Carmel, y hablaron con ella, diciendo: David nos ha enviado
a ti, para tomarte por su mujer.
41 Y ella se levantó e inclinó su rostro a
tierra, diciendo: He aquí tu sierva, que será una sierva para lavar
los pies de los siervos de mi señor.
42 Y levantándose luego Abigail con cinco
doncellas que le servían, montó en un asno y siguió a los mensajeros
de David, y fue su mujer.
43 También tomó David a Ahinoam de Jezreel,
y ambas fueron sus mujeres.
44 Porque Saúl había dado a su hija Mical
mujer de David a Palti hijo de Lais, que era de Galim. |
-
¿Qué se nego Nabal a dar a los siervos
de David? (11)
-
¿Qué hizo Abigail para evitar el
desastre? (18,23-31)
-
¿Qué le pasó a Nabal? (36-38)
-
¿En qué se convirtio Abigail? (42)
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Capítulo
26
David
perdona la vida a Saúl en Zif
1 Samuel
26:1 Vinieron los zifeos a Saúl en
Gabaa, diciendo: ¿No está David escondido en el collado de Haquila, al
oriente del desierto?
2 Saúl entonces se levantó y descendió al
desierto de Zif, llevando consigo tres mil hombres escogidos de
Israel, para buscar a David en el desierto de Zif.
3 Y acampó Saúl en el collado de Haquila,
que está al oriente del desierto, junto al camino. Y estaba David en
el desierto, y entendió que Saúl le seguía en el desierto.
4 David, por tanto, envió espías, y supo
con certeza que Saúl había venido.
5 Y se levantó David, y vino al sitio
donde Saúl había acampado; y miró David el lugar donde dormían Saúl y
Abner hijo de Ner, general de su ejército. Y estaba Saúl durmiendo en
el campamento, y el pueblo estaba acampado en derredor de él.
6 Entonces David dijo a Ahimelec heteo y a
Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab: ¿Quién descenderá conmigo a
Saúl en el campamento? Y dijo Abisai: Yo descenderé contigo.
7 David, pues, y Abisai fueron de noche al
ejército; y he aquí que Saúl estaba tendido durmiendo en el campamento,
y su lanza clavada en tierra a su cabecera; y Abner y el ejército
estaban tendidos alrededor de él.
8 Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha
entregado Dios a tu enemigo en tu mano; ahora, pues, déjame que le
hiera con la lanza, y lo enclavaré en la tierra de un golpe, y no le
daré segundo golpe.
9 Y David respondió a Abisai: No le mates;
porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será
inocente?
10 Dijo además David: Vive Jehová, que si
Jehová no lo hiriere, o su día llegue para que muera, o descendiendo
en batalla perezca,
11 guárdeme Jehová de extender mi mano
contra el ungido de Jehová. Pero toma ahora la lanza que está a su
cabecera, y la vasija de agua, y vámonos.
12 Se llevó, pues, David la lanza y la
vasija de agua de la cabecera de Saúl, y se fueron; y no hubo nadie
que viese, ni entendiese, ni velase, pues todos dormían; porque un
profundo sueño enviado de Jehová había caído sobre ellos.
13 Entonces pasó David al lado opuesto, y
se puso en la cumbre del monte a lo lejos, habiendo gran distancia
entre ellos.
14 Y dio voces David al pueblo, y a Abner
hijo de Ner, diciendo: ¿No respondes, Abner? Entonces Abner respondió
y dijo: ¿Quién eres tú que gritas al rey?
15 Y dijo David a Abner: ¿No eres tú un
hombre? ¿y quién hay como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has
guardado al rey tu señor? Porque uno del pueblo ha entrado a matar a
tu señor el rey.
16 Esto que has hecho no está bien. Vive
Jehová, que sois dignos de muerte, porque no habéis guardado a vuestro
señor, al ungido de Jehová. Mira pues, ahora, dónde está la lanza del
rey, y la vasija de agua que estaba a su cabecera.
17 Y conociendo Saúl la voz de David, dijo:
¿No es esta tu voz, hijo mío David? Y David respondió: Mi voz es, rey
señor mío.
18 Y dijo: ¿Por qué persigue así mi señor
a su siervo? ¿Qué he hecho? ¿Qué mal hay en mi mano?
19 Ruego, pues, que el rey mi señor oiga
ahora las palabras de su siervo. Si Jehová te incita contra mí, acepte
él la ofrenda; mas si fueren hijos de hombres, malditos sean ellos en
presencia de Jehová, porque me han arrojado hoy para que no tenga
parte en la heredad de Jehová, diciendo: Ve y sirve a dioses ajenos.
20 No caiga, pues, ahora mi sangre en
tierra delante de Jehová, porque ha salido el rey de Israel a buscar
una pulga, así como quien persigue una perdiz por los montes.
21 Entonces dijo Saúl: He pecado; vuélvete,
hijo mío David, que ningún mal te haré más, porque mi vida ha sido
estimada preciosa hoy a tus ojos. He aquí yo he hecho neciamente, y he
errado en gran manera.
22 Y David respondió y dijo: He aquí la
lanza del rey; pase acá uno de los criados y tómela.
23 Y Jehová pague a cada uno su justicia y
su lealtad; pues Jehová te había entregado hoy en mi mano, mas yo no
quise extender mi mano contra el ungido de Jehová.
24 Y he aquí, como tu vida ha sido
estimada preciosa hoy a mis ojos, así sea mi vida a los ojos de Jehová,
y me libre de toda aflicción.
25 Y Saúl dijo a David: Bendito eres tú,
hijo mío David; sin duda emprenderás tú cosas grandes, y prevalecerás.
Entonces David se fue por su camino, y Saúl se volvió a su lugar.
|
-
¿Qué pidio Abisai permiso para hacer
cuando él y David fueron al campamento de Saúl por la noche? (7-8)
-
¿Qué tomo David cerca de la cabeza de
Saúl? (12)
-
¿Qué sdmitio Saúl después de darse
cuenta de que David le había perdonado la vida otra vez? (21)
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Capítulo 27
David
entre los filisteos
1 Samuel
27:1 Dijo luego David en su corazón:
Al fin seré muerto algún día por la mano de Saúl; nada, por tanto, me
será mejor que fugarme a la tierra de los filisteos, para que Saúl no
se ocupe de mí, y no me ande buscando más por todo el territorio de
Israel; y así escaparé de su mano.
2 Se levantó, pues, David, y con los
seiscientos hombres que tenía consigo se pasó a Aquis hijo de Maoc,
rey de Gat.
3 Y moró David con Aquis en Gat, él y sus
hombres, cada uno con su familia; David con sus dos mujeres, Ahinoam
jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal el de Carmel.
4 Y vino a Saúl la nueva de que David
había huido a Gat, y no lo buscó más.
5 Y David dijo a Aquis: Si he hallado
gracia ante tus ojos, séame dado lugar en alguna de las aldeas para
que habite allí; pues ¿por qué ha de morar tu siervo contigo en la
ciudad real?
6 Y Aquis le dio aquel día a Siclag, por
lo cual Siclag vino a ser de los reyes de Judá hasta hoy.
7 Fue el número de los días que David
habitó en la tierra de los filisteos, un año y cuatro meses.
8 Y subía David con sus hombres, y hacían
incursiones contra los gesuritas, los gezritas y los amalecitas;
porque éstos habitaban de largo tiempo la tierra, desde como quien va
a Shur hasta la tierra de Egipto.
9 Y asolaba David el país, y no dejaba con
vida hombre ni mujer; y se llevaba las ovejas, las vacas, los asnos,
los camellos y las ropas, y regresaba a Aquis.
10 Y decía Aquis: ¿Dónde habéis merodeado
hoy? Y David decía: En el Neguev de Judá, y el Neguev de Jerameel, o
en el Neguev de los ceneos.
11 Ni hombre ni mujer dejaba David con
vida para que viniesen a Gat; diciendo: No sea que den aviso de
nosotros y digan: Esto hizo David. Y esta fue su costumbre todo el
tiempo que moró en la tierra de los filisteos.
12 Y Aquis creía a David, y decía: El se
ha hecho abominable a su pueblo de Israel, y será siempre mi siervo |
¿De dónde huyo David por un año y cuatro
meses? (7)
¿Por qué no dejo David a un hombre o una
mujer con vida de las ciudades que allanaron? (11)
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Capítulo 28
1 Samuel
28:1 Aconteció
en aquellos días, que los filisteos reunieron sus fuerzas para pelear
contra Israel. Y dijo Aquis a David: Ten entendido que has de salir
conmigo a campaña, tú y tus hombres.
2 Y David respondió a Aquis: Muy bien, tú
sabrás lo que hará tu siervo. Y Aquis dijo a David: Por tanto, yo te
constituiré guarda de mi persona durante toda mi vida.
Saúl
y la adivina de Endor
3 Ya Samuel
había muerto, y todo Israel lo había lamentado, y le habían sepultado
en Ramá, su ciudad. Y Saúl había arrojado de la tierra a los
encantadores y adivinos.
4 Se juntaron, pues, los filisteos, y
vinieron y acamparon en Sunem; y Saúl juntó a todo Israel, y acamparon
en Gilboa.
5 Y cuando vio Saúl el campamento de los
filisteos, tuvo miedo, y se turbó su corazón en gran manera.
6 Y consultó Saúl a Jehová; pero Jehová no
le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas.
7 Entonces Saúl dijo a sus criados:
Buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que yo vaya
a ella y por medio de ella pregunte. Y sus criados le respondieron: He
aquí hay una mujer en Endor que tiene espíritu de adivinación.
8 Y se disfrazó Saúl, y se puso otros
vestidos, y se fue con dos hombres, y vinieron a aquella mujer de
noche; y él dijo: Yo te ruego que me adivines por el espíritu de
adivinación, y me hagas subir a quien yo te dijere.
9 Y la mujer le dijo: He aquí tú sabes lo
que Saúl ha hecho, cómo ha cortado de la tierra a los evocadores y a
los adivinos. ¿Por qué, pues, pones tropiezo a mi vida, para hacerme
morir?
10 Entonces Saúl le juró por Jehová,
diciendo: Vive Jehová, que ningún mal te vendrá por esto.
11 La mujer entonces dijo: ¿A quién te
haré venir? Y él respondió: Hazme venir a Samuel.
12 Y viendo la mujer a Samuel, clamó en
alta voz, y habló aquella mujer a Saúl, diciendo:
13 ¿Por qué me has engañado? pues tú eres
Saúl. Y el rey le dijo: No temas. ¿Qué has visto? Y la mujer respondió
a Saúl: He visto dioses que suben de la tierra.
14 El le dijo: ¿Cuál es su forma? Y ella
respondió: Un hombre anciano viene, cubierto de un manto. Saúl
entonces entendió que era Samuel, y humillando el rostro a tierra,
hizo gran reverencia.
15 Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué me has
inquietado haciéndome venir? Y Saúl respondió: Estoy muy angustiado,
pues los filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí, y no
me responde más, ni por medio de profetas ni por sueños; por esto te
he llamado, para que me declares lo que tengo que hacer.
16 Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me
preguntas a mí, si Jehová se ha apartado de ti y es tu enemigo?
17 Jehová te ha hecho como dijo por medio
de mí; pues Jehová ha quitado el reino de tu mano, y lo ha dado a tu
compañero, David.
18 Como tú no obedeciste a la voz de
Jehová, ni cumpliste el ardor de su ira contra Amalec, por eso Jehová
te ha hecho esto hoy.
19 Y Jehová entregará a Israel también
contigo en manos de los filisteos; y mañana estaréis conmigo, tú y tus
hijos; y Jehová entregará también al ejército de Israel en mano de los
filisteos.
20 Entonces Saúl cayó en tierra cuan
grande era, y tuvo gran temor por las palabras de Samuel; y estaba sin
fuerzas, porque en todo aquel día y aquella noche no había comido pan.
21 Entonces la mujer vino a Saúl, y
viéndolo turbado en gran manera, le dijo: He aquí que tu sierva ha
obedecido a tu voz, y he arriesgado mi vida, y he oído las palabras
que tú me has dicho.
22 Te ruego, pues, que tú también oigas la
voz de tu sierva; pondré yo delante de ti un bocado de pan para que
comas, a fin de que cobres fuerzas, y sigas tu camino.
23 Y él rehusó diciendo: No comeré. Pero
porfiaron con él sus siervos juntamente con la mujer, y él les
obedeció. Se levantó, pues, del suelo, y se sentó sobre una cama.
24 Y aquella mujer tenía en su casa un
ternero engordado, el cual mató luego; y tomó harina y la amasó, y
coció de ella panes sin levadura.
25 Y lo trajo delante de Saúl y de sus
siervos; y después de haber comido, se levantaron, y se fueron aquella
noche. |
-
¿Por qué el Señor ya no respondia por
los profetas ni por sueños? (6,15)
-
¿A quién queria Saúl que la mujer en
Endor con un espíritu familiar hiciera aparecer? (11)
-
¿Que iba a suceder a Saúl y a sus hijos?
(19)
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Capítulo 29
Los
filisteos desconfían de David
1 Samuel
29:1 Los filisteos juntaron todas
sus fuerzas en Afec, e Israel acampó junto a la fuente que está en
Jezreel.
2 Y cuando los príncipes de los filisteos
pasaban revista a sus compañías de a ciento y de a mil hombres, David
y sus hombres iban en la retaguardia con Aquis.
3 Y dijeron los príncipes de los filisteos:
¿Qué hacen aquí estos hebreos? Y Aquis respondió a los príncipes de
los filisteos: ¿No es éste David, el siervo de Saúl rey de Israel, que
ha estado conmigo por días y años, y no he hallado falta en él desde
el día que se pasó a mí hasta hoy?
4 Entonces los príncipes de los filisteos
se enojaron contra él, y le dijeron: Despide a este hombre, para que
se vuelva al lugar que le señalaste, y no venga con nosotros a la
batalla, no sea que en la batalla se nos vuelva enemigo; porque ¿con
qué cosa volvería mejor a la gracia de su señor que con las cabezas de
estos hombres?
5 ¿No es éste David, de quien cantaban
en las danzas, diciendo:
Saúl
hirió a sus miles,
Y
David a sus diez miles? m
6 Y Aquis llamó a David y le dijo: Vive
Jehová, que tú has sido recto, y que me ha parecido bien tu salida y
tu entrada en el campamento conmigo, y que ninguna cosa mala he
hallado en ti desde el día que viniste a mí hasta hoy; mas a los ojos
de los príncipes no agradas.
7 Vuélvete, pues, y vete en paz, para no
desagradar a los príncipes de los filisteos.
8 Y David respondió a Aquis: ¿Qué he hecho?
¿Qué has hallado en tu siervo desde el día que estoy contigo hasta hoy,
para que yo no vaya y pelee contra los enemigos de mi señor el rey?
9 Y Aquis respondió a David, y dijo: Yo sé
que tú eres bueno ante mis ojos, como un ángel de Dios; pero los
príncipes de los filisteos me han dicho: No venga con nosotros a la
batalla.
10 Levántate, pues, de mañana, tú y los
siervos de tu señor que han venido contigo; y levantándoos al amanecer,
marchad.
11 Y se levantó David de mañana, él y sus
hombres, para irse y volver a la tierra de los filisteos; y los
filisteos fueron a Jezreel. |
-
¿Por qué los jefes filisteos no querian
que David luchara con ellos contra los israelitas? (4)
-
¿Qué pidio Aquis a David despues?
(7,10)
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Capítulo 30
David
derrota a los amalecitas
1 Samuel
30:1
Cuando David y sus hombres vinieron a
Siclag al tercer día, los de Amalec habían invadido el Neguev y a
Siclag, y habían asolado a Siclag y le habían prendido fuego.
2 Y se habían llevado cautivas a las
mujeres y a todos los que estaban allí, desde el menor hasta el mayor;
pero a nadie habían dado muerte, sino se los habían llevado al seguir
su camino.
3 Vino, pues, David con los suyos a la
ciudad, y he aquí que estaba quemada, y sus mujeres y sus hijos e
hijas habían sido llevados cautivos.
4 Entonces David y la gente que con él
estaba alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas
para llorar.
5 Las dos mujeres de David, Ahinoam
jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal el de Carmel, también
eran cautivas.
6 Y David se angustió mucho, porque el
pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura
de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se
fortaleció en Jehová su Dios.
7 Y dijo David al sacerdote Abiatar hijo
de Ahimelec: Yo te ruego que me acerques el efod. Y Abiatar acercó el
efod a David.
8 Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré
a estos merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y él le dijo: Síguelos,
porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos.
9 Partió, pues, David, él y los
seiscientos hombres que con él estaban, y llegaron hasta el torrente
de Besor, donde se quedaron algunos.
10 Y David siguió adelante con
cuatrocientos hombres; porque se quedaron atrás doscientos, que
cansados no pudieron pasar el torrente de Besor.
11 Y hallaron en el campo a un hombre
egipcio, el cual trajeron a David, y le dieron pan, y comió, y le
dieron a beber agua.
12 Le dieron también un pedazo de masa de
higos secos y dos racimos de pasas. Y luego que comió, volvió en él su
espíritu; porque no había comido pan ni bebido agua en tres días y
tres noches.
13 Y le dijo David: ¿De quién eres tú, y
de dónde eres? Y respondió el joven egipcio: Yo soy siervo de un
amalecita, y me dejó mi amo hoy hace tres días, porque estaba yo
enfermo;
14 pues hicimos una incursión a la parte
del Neguev que es de los cereteos, y de Judá, y al Neguev de Caleb; y
pusimos fuego a Siclag.
15 Y le dijo David: ¿Me llevarás tú a esa
tropa? Y él dijo: Júrame por Dios que no me matarás, ni me entregarás
en mano de mi amo, y yo te llevaré a esa gente.
16 Lo llevó, pues; y he aquí que estaban
desparramados sobre toda aquella tierra, comiendo y bebiendo y
haciendo fiesta, por todo aquel gran botín que habían tomado de la
tierra de los filisteos y de la tierra de Judá.
17 Y los hirió David desde aquella mañana
hasta la tarde del día siguiente; y no escapó de ellos ninguno, sino
cuatrocientos jóvenes que montaron sobre los camellos y huyeron.
18 Y libró David todo lo que los
amalecitas habían tomado, y asimismo libertó David a sus dos mujeres.
19 Y no les faltó cosa alguna, chica ni
grande, así de hijos como de hijas, del robo, y de todas las cosas que
les habían tomado; todo lo recuperó David.
20 Tomó también David todas las ovejas y
el ganado mayor; y trayéndolo todo delante, decían: Este es el botín
de David.
21 Y vino David a los doscientos hombres
que habían quedado cansados y no habían podido seguir a David, a los
cuales habían hecho quedar en el torrente de Besor; y ellos salieron a
recibir a David y al pueblo que con él estaba. Y cuando David llegó a
la gente, les saludó con paz.
22 Entonces todos los malos y perversos de
entre los que habían ido con David, respondieron y dijeron: Porque no
fueron con nosotros, no les daremos del botín que hemos quitado, sino
a cada uno su mujer y sus hijos; que los tomen y se vayan.
23 Y David dijo: No hagáis eso, hermanos
míos, de lo que nos ha dado Jehová, quien nos ha guardado, y ha
entregado en nuestra mano a los merodeadores que vinieron contra
nosotros.
24 ¿Y quién os escuchará en este caso?
Porque conforme a la parte del que desciende a la batalla, así ha de
ser la parte del que queda con el bagaje; les tocará parte igual.
25 Desde aquel día en adelante fue esto
por ley y ordenanza en Israel, hasta hoy.
26 Y cuando David llegó a Siclag, envió
del botín a los ancianos de Judá, sus amigos, diciendo: He aquí un
presente para vosotros del botín de los enemigos de Jehová.
27 Lo envió a los que estaban en Bet-el,
en Ramot del Neguev, en Jatir,
28 en Aroer, en Sifmot, en Estemoa,
29 en Racal, en las ciudades de Jerameel,
en las ciudades del ceneo,
30 en Horma, en Corasán, en Atac,
31 en Hebrón, y en todos los lugares donde
David había estado con sus hombres. |
-
¿Qué encontró David a su regreso a
Siclag? (1-5)
-
¿Cómo se animaba David cuando estaba
angustiado? (6)
-
¿Qué recuperó David cuando persiguió a
los amalecitas? (18-19)
-
¿Qué parte del botín se dio a los que
se quedaron atrás? (24)
-
¿A quién más se le
dio algunos de los despojos? (26-31)
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Capítulo
31
Muerte de Saúl y de sus hijos
(1 Cr. 10.1-12)
1 Samuel
31:1
Los filisteos, pues, pelearon contra
Israel, y los de Israel huyeron delante de los filisteos, y cayeron
muertos en el monte de Gilboa.
2 Y siguiendo los filisteos a Saúl y a
sus hijos, mataron a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de
Saúl.
3 Y arreció la batalla contra Saúl, y le
alcanzaron los flecheros, y tuvo gran temor de ellos.
4 Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca
tu espada, y traspásame con ella, para que no vengan estos
incircuncisos y me traspasen, y me escarnezcan. Mas su escudero no
quería, porque tenía gran temor. Entonces tomó Saúl su propia espada
y se echó sobre ella.
5 Y viendo su escudero a Saúl muerto, él
también se echó sobre su espada, y murió con él.
6 Así murió Saúl en aquel día,
juntamente con sus tres hijos, y su escudero, y todos sus varones.
7 Y los de Israel que eran del otro lado
del valle, y del otro lado del Jordán, viendo que Israel había huido
y que Saúl y sus hijos habían sido muertos, dejaron las ciudades y
huyeron; y los filisteos vinieron y habitaron en ellas.
8 Aconteció al siguiente día, que
viniendo los filisteos a despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a
sus tres hijos tendidos en el monte de Gilboa.
9 Y le cortaron la cabeza, y le
despojaron de las armas; y enviaron mensajeros por toda la tierra de
los filisteos, para que llevaran las buenas nuevas al templo de sus
ídolos y al pueblo.
10 Y pusieron sus armas en el templo de
Astarot, y colgaron su cuerpo en el muro de Bet-sán.
11 Mas oyendo los de Jabes de Galaad
esto que los filisteos hicieron a Saúl,
12 todos los hombres valientes se
levantaron, y anduvieron toda aquella noche, y quitaron el cuerpo de
Saúl y los cuerpos de sus hijos del muro de Bet-sán; y viniendo a
Jabes, los quemaron allí.
13 Y tomando sus huesos, los sepultaron
debajo de un árbol en Jabes, y ayunaron siete días.
|
-
¿Quién murió en el Monte Gilboa? (1-6)
-
¿Qué hicieron los filisteos al cuerpo
de Saúl? (9-10)
-
¿Qué hicieron los hombres de Jabes de
Galaad? (11-13)
Gracias a Jennifer Rangel por traducir.
Cuestionario
de 1 Samuel Capitulos 20-31
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